mayo 14, 2024

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Argentina está jugando a la ruleta.

Argentina está jugando a la ruleta.
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Javier Mille ha ganado su segundo mandato presidencial. ©AFP

El recién elegido presidente de derecha de Argentina, Javier Milei, asumió el cargo un tanto radicalizado. Queda por ver cuánto dura. Un análisis.

Argentina comienza este fin de semana un viaje hacia lo desconocido, un viaje que podría terminar en miseria total, colapso y condiciones similares a las de una guerra civil. Pero también puede –como predice el futuro presidente Javier Mille– devolvernos a la normalidad. Y la normalización será un gran paso para el país.

No habría inflación deflacionaria, no más de media docena de tipos de cambio, ni mercados paralelos, ni controles de cambios ni de exportaciones, ni amenaza de quiebra nacional. Y nada de miseria social. El presidente saliente, Alberto Fernández, deja un país donde más del 40 por ciento de la población es pobre: ​​el 56 por ciento de los menores de 15 años. En este otrora próspero país, la mitad de la población sobrevive con sólo uno de los más de 180 programas sociales y de bienestar.

Pero ahora el destino del país y su gente está en manos de un outsider político de extrema derecha con poca experiencia en cargos públicos que afirma tener conocimientos económicos. En cierto sentido, Argentina está viviendo ahora su momento Donald Trump. Sólo cabe esperar que la situación no sea tan mala como lo fue en Estados Unidos después de su elección.

Pero la segunda economía más grande de Sudamérica y la gente del país enfrentan al menos un período difícil, de una manera u otra. Miley estima que los graves efectos del tratamiento de shock que ha planeado se sentirán hasta por dos años. Después de todo, Argentina sufre una de las tasas de inflación más altas del mundo: 150 por ciento. “No hay dinero”, dice, y promete luchar contra los enormes déficits presupuestarios recortando el Estado a lo esencial y poniendo a sus empleados en la calle. Esto significa privatizar empresas públicas, reducir los subsidios estatales para el transporte público local, el gas, el agua y la electricidad y detener inmediatamente más de 2.000 proyectos de construcción pública. ¿Pero resistirá el país medidas de austeridad tan drásticas? Sobre todo: ¿cuál es el camino del anarcocapitalismo de extrema derecha, rápido y agresivo? “¿Cuál de las milicias gobernará la Argentina?”, pregunta con aire de suficiencia el escritor Martín Caparros.

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Porque el futuro presidente ha cambiado desde que apareció por primera vez en la campaña electoral. Comenzó como la punta del Estado que caía con motosierra, pero ahora está poniendo sus duros pronunciamientos en perspectiva y buscando ayuda de la “casta política”, a la que anteriormente calificó de “escoria”. Un ejemplo: la dolarización de la economía argentina y la descentralización están actualmente fuera de la mesa. Uno ni siquiera soñaría con reemplazar el peso por el dólar como medio de pago, especialmente porque el país tiene una deuda de 400 mil millones de dólares.

Además, Milei hizo campaña contra su ex contrincante, Patricia Bullrich, ministra de Defensa. Durante la campaña electoral, tuvo una discusión verbal insultando al candidato de los derechos civiles. Pero la Realpolitik también alcanzó a Milei aquí, especialmente porque su Partido de la Libertad carecía del personal para trabajar con los ministerios y, sobre todo, con su propia gente. Esto a pesar de que el presidente recién elegido redujo el número de departamentos de 18 a 8. En el futuro, Argentina tendrá sólo los Ministerios de Justicia, Seguridad, Defensa, Economía, Infraestructura, “Capital Humano” y Relaciones Exteriores e Interior.

Para el experto argentino Edgardo Buscaglia, el futuro jefe de Estado debería dar un acto de fe: “La elección es sólo una decisión entre un mal mayor y un mal menor”, insiste Buscaglia, cofundador de la organización “Salvar la Democracia”. Una entrevista. A diferencia de Trump, Miley hasta ahora “no ha mostrado desdén por las corporaciones”. Hace tiempo que abandonó sus declaraciones más controvertidas sobre la venta de partes del cuerpo o de niños. “Sus planes económicos y de reestructuración del Estado están todos dentro del marco de la Constitución”, insiste Buscaglia. “Pero habrá que observar muy de cerca cómo gobernará Miley en las primeras semanas después de asumir el cargo”.

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Los sindicatos y organizaciones sociales tradicionalmente numerosos y bien organizados de Argentina también serán vigilados de cerca. Ya han anunciado que saldrán a las calles contra los recortes. Y Miley se prepara para responder con mano dura. Por eso contrató al ministro de Defensa Bullrich, quien se puso a prueba en el cargo. “Argentina necesita orden” es su lema. Eso significa que no se tolerarán cortes de carreteras, bloqueos ni manifestaciones.

Argentina enfrenta meses y tal vez años turbulentos, difíciles y difíciles. De ninguna manera es seguro que Miley lo sostenga políticamente.